Pasatiempos

Con cuatro letras, sustancia o parte principal de cualquier cosa.

Con nueve, zapato de abrigo para estar en casa.

El alma de un limón son sus vitaminas. A veces un pie se descompone por falta de vitaminas. El pie es el alma de la zapatilla. A veces un hombre se descompone por falta de zapatillas, bla, bla, bla.

Lo miras de arriba a abajo y sabes que no ha llevado unas zapatillas en su vida. A sus ojos les falta consuelo, sus cejas pobladas y descuidadas sólo las habitan los ácaros, su barba es pura ceniza y despojos, bla, bla, bla.

Con doce letras, estado de ánimo en el que no se siente inclinación ni repugnancia hacia una persona.

No, no es indiferencia, aunque lo parezca, pues no me cuadra con las letras que bajan en vertical.

Como todas las mañanas me saluda cortésmente y se ofrece para ayudarme con el crucigrama. El tono de su voz es tan envolvente y sus palabras tan francas que lo que dice aún resuena en el aire cuando cierra el pico.

Con ocho letras, altivez y apetito desordenado de ser preferido a otros.

No, no es soberbia a menos que lleve una v.

Se sienta con esfuerzo bajo el árbol, estirando el pie vendado con cierta habilidad. Llama con sus poderes extrasensoriales a la ardilla y en una décima de segundo aparece. Aunque no le gusten sus sardinas le observa desde la rama esperando alguna parábola o bienaventuranza. Después raspa la piel del limón con su vieja navaja, le hinca el diente sin pensarlo dos veces y farfulla sus plegarias. La ardilla no sube a la copa hasta que se larga y yo hago que acierto con las palabras cuando pasa a mi lado: ¡Eureka!

Que tenga buenas tardes, me dice, y entonces, en ese puñetero instante, comienza a llover a chuzos como todos los días.

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