Cómplice

Entré en el Josealfredo después de darle esquinazo. Pedí un gin-tonic y mi corazón dio un vuelco con el chasquido de un hielo al resquebrajarse. El tipo se sentó a mi lado, posó el sombrero sobre la barra -un clásico trilby de ala corta color negro- y también pidió un gin-tonic. Lo mató de tres lingotazos y me miró como quien se recrea en el espejo antes de afeitarse.

“I can understand it», cantaba Bobby Womack.
Trago a trago, nota a nota dejé que me disparase.

Segundo premio concurso de Microrrelatos  «Lengua de Trapo – Josealfredo Bar»

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