Ya estás demasiado gordo

No fue la bruja quien se lo dijo. La casita tampoco era de chocolate, precisamente. El hijo de un pobre leñador, periodista de profesión, se perdió a propósito para fotografiar el arroyo convertido en vertedero y los animales enfermizos. Pero el demente -que andaba tras un jabalí triquinoso- logró arrebatarle la cámara y maniatarle a punta de rifle. Dentro de la chabola lo cebó durante días con bollos duros, panceta y nueces.

Las migas de pan conducen claramente a la fosa y ni los pájaros -inflados como globos- se atreven a probarlas.

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