Solsticio

En muchos puntos del planeta aullaban los despertadores; en otros muchos hacía horas que habían enmudecido. A la hora del almuerzo, en cualquier punto del globo los hombres deambularon sin probar bocado. Los teletipos eran unívocos: la Tierra había dejado de moverse, y los científicos, la gente, los hombres discutieron apasionadamente. Pero todo argumento resultaba falible: si hubiese dejado de rotar, el planeta ya se habría destruido a sí mismo, los mares retrocederían hacia los polos… ¿Y si todo fuese fruto de un choque de galaxias?, entonces los millones de años luz de distancia entre ellas se habrían convertido en simples horas terrestres por arte de magia, etc.

A todo esto, una niña clarividente dijo: «El sol se mueve otra vez papá». Su padre la alzó en brazos y comenzó a girarla con lágrimas en los ojos. «Se mueve papá, se mueve al revés».

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