Extraordinario hombre terrestre

Los tipos que alcanzan la luna y regresan para contarlo nunca podrán ser poetas, pues necesitan regular el oxígeno para no quedarse sin aliento, controlar la presión del traje espacial para tener éxito en su misión y un largo etcétera de cuestiones semejantes que los líricos no practican. Tener que ceñirse a los dispositivos del Life Support System o  respirar de una manera demasiado cabal, son asuntos exclusivos de los astronautas. Y a pesar de todo, hay fulanos de tierra firme que no renuncian a conquistar los astros y que todas las noches alzan su copa con gesto exacto desde la Hamaca-Jardín-Gravedad-Cero, recitando versos con la respiración entrecortada y desencadenando -sin querer- una colisión cósmica que hace que las lunas abandonen sus órbitas y caigan rendidas a sus pies (para desgracia de los cosmonautas).

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